Sondela, de Rodolfo Martínez

Me temo que Sondela no me ha gustado. Sí, es una valoración completamente subjetiva, una opinión personal, pero quería comenzar la reseña mencionándolo porque para mí es una sorpresa. Hasta ahora todos los libros de Rodolfo Martínez que había tenido la oportunidad de leer me habían gustado, e incluso varios de ellos me habían fascinado. Más allá de las virtudes literarias que todos poseían había disfrutado con obras amenas, con interesantes reflexiones y especulaciones, con aventuras desmadradas, con personajes complejos, etc. Siempre había encontrado en sus libros suficientes valores para disfrutarlos. En el caso de Sondela no ha sido así.

Ambientada en un futuro cercano en el que la Atlántida ha reaparecido, Rodolfo Martínez presenta una trama clásica en un escenario más que atractivo: las tierras perdidas entre el mundo que conocemos y la Atlántida, territorio en el que conviven la magia y la ciencia. Un excelente marco para una historia de frontera. Con este punto de partida, en el que podíamos esperar un escenario más que atractivo, el habitual tratamiento de los personajes de Martínez y una trama dinámica que permitiera disfrutar de los dos puntos anteriores, lo cierto es que la obra no funciona, al menos para mí.

No es una historia de frontera la que nos narra el autor. Los personajes están demasiado desdibujados, hasta el punto de no lograr empatizar con ninguno de ellos. El escenario es un boceto. Durante todo el libro esperaba disfrutar con detalles de la Atlántida, de los territorios fronterizos, de este mundo cercano en el futuro pero lleno de pequeños gadgets tecnológicos. Sin embargo no es así. Rodolfo Martínez no ofrece apenas detalles, los trazos que dibujan el mundo son demasiado gruesos. La Atlántida apenas se discierne, las localizaciones fuera de ella prácticamente no existen; no es hasta la mitad del libro que somos conscientes de que parte de la trama sucede en Madeira. Todo es demasiado aséptico, demasiado distante. Tanto que en ocasiones ni siquiera es posible saber dónde nos encontramos.

También echo de menos profundizar en temas que, para mí, ofrecían gran atractivo, como son los dioses y los antiguos y su relación con los seres humanos. O ese futuro cercano, que más allá de los persochips y otros gadgets tecnológicos no termina de ser visible. O Nerea, prácticamente olvidada durante todo el libro aunque se nos antoje imprescindible para la trama. O los mismos territorios fronterizos, donde la fauna habitual de estos no hace acto de presencia más que como nota a pie de página.

El tramo final de Sondela es apresurado, o al menos eso me transmite. Tengo la sensación de estar leyendo un final escrito porque de alguna forma había que cerrar esta trama. Me hubiera gustado leer más. Siento que la obra está cortada, que se precipitan los hechos y se resuelven en el epílogo casi sin querer.

Sin embargo el libro también tiene sus virtudes. El multiperspectivismo con el que aborda Martínez la trama es brillante. Narra la historia de sus protagonistas a través de terceros, de insinuaciones, de reflexiones equívocas. Juega con el lector y juega con el estilo, y se agradece la forma escogida para abordar el libro. En ningún momento pierde ritmo. Durante muchas páginas Sondela transmite pasión y es un libro que no dudo que muchos lectores disfrutarán.

Yo, sin embargo, no lo he hecho.

6 comments

  1. Qué le vamos a hacer, Santi. Me alegro de que al menos la forma elegida de narrar la historia te haya gustado. Algo es algo.

    Y espero que Fieramente humano te cambie el mal sabor de boca de que te ha dejado Sondela.

  2. Lo que está claro es que Sondela no va a hacer que deje de leer tus libros, eso seguro. Y Fieramente humano caerá, por supuesto.

    En este caso no me ha funcionado, pero he querido mostrar desde el principio que era una sensación completamente subjetiva y que no tiene relación con la calidad del libro.

  3. Hay una cosa con la que coincido plenamente: aunque el punto de partida es muy prometedor, el escenario que propone Rodolfo apenas está aprovechado, se hecha de menos que ahonde más en el confilcto entre «los dos mundos» y que ambos, tanto el mágico como el tecnológico estén más desarrollados y no queden tan desdibujados como bien apunta Santiago.

    Por lo demás disfruté la novela y no perdí el interés en ningún momento aunque si es verdad que me dejó un regusto amargo, la sensación de que podía haber dado más de si.

    ¡Un saludo!

  4. Hmmm.

    Confieso que eso que apuntáis es algo que suponía que podía pasar con algunos lectores: me refiero al tema de que el escenario genere unas expectativas (en cuanto a por dónde va ir a la cosa, qué se le va a mostrar al lector y en qué detalle) que, desde luego, soy el primero en aceptar que quedan defraudadas.

    Fue una decisión deliberada y consciente, aclaro. Lo que no quita para que comprenda perfectamente que el resultado despierte las reacciones que ambos habéis comentado.

  5. Por otro lado, me reconforta que las opiniones y percepciones sean subjetivas. Si no fuera así, mi universo implosionaría o algo :P

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