La maestría poética de Disch impregna esta claustrofóbica novela, la cual se revela como una reflexión constante sobre la naturaleza humana. Desde la perspectiva que ofrece un inagotable mito fáustico, sitúa conocimiento e inmortalidad bajo el peso de una ética teleológica inherente a un progreso científico, que se proyecta sobre el desarrollo evolutivo de la humanidad.
Para ello, sitúa la acción narrativa en una prisión subterránea, ubicada en un mundo futuro difuso e indefinido, donde una compañía privada experimenta con un grupo de convictos contagiándoles una variante de la sífilis. Esta variante aumenta sorprendentemente su inteligencia, al mismo tiempo que reduce su esperanza de vida a apenas unos meses.
La novela se estructura por medio de breves anotaciones ordenadas cronológicamente a modo de diario, en el que el protagonista escribe un relato subjetivo que ofrece al lector una visión reveladora de lo que ocurre en Campo Arquímedes. Se intercalan impresiones personales, estados oníricos, sentimientos y reflexiones junto a la crónica de unos sucesos cuya acción narrativa queda reducida al mínimo. La utilización de la primera persona evita que el lector se sitúe como un dócil espectador, obligándole a implicarse en la historia, lo cual facilita la empatía por unos presos que, más allá de lo enajenante de su situación, toman consistencia a través del sufrimiento. Son seres desahuciados, perseguidos por la conciencia de la inminente muerte, que habitan salas y pasillos iluminados por la inextinguible luz de los fluorescentes; espectros en una realidad aséptica, hermética y fantasmagórica, que irradia genialidad en medio de la enfermedad y la miseria.
El aumento de las capacidades cognitivas y memorísticas de los condenados se ajusta a la multiplicidad de referencias cultas que pueblan la novela en diversos ámbitos, siendo especialmente explícitas las literarias, filosóficas y teológicas. Es en este escenario donde Campo de concentración exhibe su densidad temática. A través de un juego de contrastes, luces y sombras de límites difusos, se revitalizan las antiguas dicotomías de genialidad y locura, libertad y esclavitud, conocimiento y sufrimiento, decadencia e inmortalidad. Todas ellas son trascendidas por una quebradiza teología que se desmorona bajo el peso de la fragilidad humana. En este sentido, toma gran importancia en la novela la trascripción de los diálogos entre personajes; enfrentamientos dialécticos que, por medio de una notable riqueza argumentativa, fruto del talento y la desolación de los condenados, ahondan en las dicotomías señaladas.
Tomando como referencia el universo simbólico de la alquimia, omnipresente en el relato, la novela adquiere un valor alegórico que, a modo de las grandes epopeyas kafkianas, ofrece una hermenéutica de la existencia. Campo de concentración se descubre como un símbolo del universo, el microcosmos que encierra el magum in parvo; que atraviesa su ficcionalidad narrativa hasta alcanzar los momentos más oscuros de la historia reciente; que se desdobla en una ambivalente, contradictoria condición humana.
Coherente hasta el final, nos situamos ante una novela atípica, no tanto por su originalidad formal y temática como por el tratamiento que realiza de los problemas que plantea. De este modo, valiéndose de un estilo que se debate entre la crónica desnuda, los diálogos de corte ensayístico y las extraordinarias anotaciones líricas en prosa poética, apoyándose en constantes referencias que remiten a un amplio bagaje cultural, Disch consigue ofrecer una opus magnum que explota y extiende los límites del género.
Muy buena reseña. Esta novela está en mi pila desde la eternidad, pero con lo que planteas me doy cuenta de que he cometido un error, tengo que leerla.
:D
Muchas gracias
Buen análisis, sí. Me encantó cuando la leí, aunque es una novela dura por momentos, y me gusta mucho cómo te has acercado, Óscar.
Me han dado ganas de volver a leerla.
Muchas gracias. A ver si recuperamos a los clásicos del género… Todavía tienen mucho que decir.