Fragmentos de burbuja,
Juan Antonio Fernández Madrigal

Cuando hace unos años me topé con un relato, “Magnífica víbora de las formas”, en cierta antología (Visiones 2001, aunque allí tenía otro título) de, para mí, un desconocido Juan Antonio Fernández Madrigal, nunca supuse que esta críptica, fascinante y bien narrada historia iba a tener tan largo recorrido. Ni que su autor se iba a convertir en una de las más autorizadas firmas de la ciencia ficción española. Tiempo después leí la antología de relatos Magnífica víbora de las formas y me sorprendió descubrir que todos los cuentos pertenecían a una ambiciosa y compleja Historia Futura que en nada tiene que envidiar a cualquier clásico de este subgénero. Por todo ello, no me extrañó tanto que su última novela, Fragmentos de burbuja, sea una continuación de esta saga (aunque me apresuro a decir que es una obra independiente que puede leerse sin necesidad de conocer su obra previa). Ni tampoco lo mucho que ha crecido como autor desde aquellos relatos primerizos de hace 10 años.

Vaya por delante que Madrigal no es un autor fácil. Y este libro tampoco lo es. De hecho el primer capítulo de los cinco en que se divide, es el más arduo y difícil. Una especie de prueba de iniciación que, si se supera, permite acceder a una obra dura y sin concesiones pero muy bien escrita y tremendamente adictiva. En efecto Madrigal, cuando quiere, no es un autor fácil. Pero tengo la sensación que tampoco es alguien al que le guste que sus lectores sean igualmente “fáciles”.

Fragmentos de burbuja es el tipo de libro del que es mejor no contar mucho ya que salta de sorpresa en sorpresa y zambullirse en él sin red es una experiencia tan abrumadora que cualquier intento de describirla de antemano está condenada al fracaso. Se podría decir, eso sí, que habla sobre post-humanos, inteligencia artificial y primer contacto. Que trata sobre una guerra antigua y dolorosa donde los humanos son únicamente un peón que se puede desechar sin problemas. Y que es una novela muy bien escrita y con un estilo tan definido como pirotécnico. Hay pocos diálogos, una maravillosa y rara habilidad para las descripciones de paisajes extraños, una tecnología casi mágica y una potente y muy hábil forma de abordar la técnica del monólogo interior.

Fragmentos de burbuja habla de sentimientos pero, a la vez, es un libro cruel y despiadado. Un libro que se ha asomado al interior del ser humano y que se ha apartado asustado de lo que ha visto. Al mismo tiempo, es una novela donde los post-humanos realmente parecen que lo son, las inteligencias artificiales son verdaderamente incomprensibles y los extraterrestres poseen una cultura que parece de otro mundo, no exóticamente humana. Ambientada en un futuro muy lejano, la novela es rica en paisajes desolados, personalidades atormentadas y tecnología incognoscible. Madrigal adecúa su voz narrativa a las necesidades de cada capítulo y consigue resultar igual de creíble tanto encarnando la locura como el amor o la fidelidad.

Estamos ante una novela plena de ciencia ficción, un libro claramente de género pero donde su autor ha hecho del estilo literario una de sus señas de identidad. A este respecto se puede hablar claramente de una firme voluntad de estilo, de un interés por lograr el sentido de la maravilla típico de la ciencia ficción clásica pero, a la vez, maravillar al lector con una prosa poética, introspectiva y estimulante. Podríamos estar ante un libro que rompiese las fronteras del género por el camino del buen hacer narrativo aunque, me temo, fracasará en este intento. Para alguien no habituado a los clichés de la ciencia ficción su temática es demasiado extraña. Puede que, incluso, incomprensible. De momento la ciencia ficción que triunfa fuera del ghetto es aquella que todavía presenta sus temas de una forma tímida, centrándose en cuestiones que la mayoría de la gente ya ha digerido, generalmente a través de otros medios como el cine o el cómic. El gran público parece no estar todavía preparado para fabulas post-humanas.

En cierta forma esta novela es, dentro de la producción española, la que mejor ha sabido encarnar el espíritu de la new wave. Esa corriente de los años 60 y 70 que intentó atraer a todos los lectores posibles a la ciencia ficción utilizando como señuelo la buena escritura. En este sentido, Madrigal es un digno heredero de Aldiss, Silverberg o Disch, aunque, como ya he comentado, probablemente esté llamado a tener el mismo éxito que ellos. En cualquier caso, una derrota bastante honrosa y una pelea que alguien tenía que luchar, aún a sabiendas de las escasas posibilidades de triunfo. Por lo menos, disfrutémoslo nosotros que, hasta cierto punto, estamos aparentemente libres prejuicios.

En definitiva, un libro que me ha gustado, y mucho. Un jalón más en la carrera de Juan Antonio Fernández Madrigal que desde ya mismo ha abandonado el título de promesa para convertirse en realidad. Firme realidad de la que espero más obras y cada vez mejores. Visto lo visto le creo perfectamente capaz.

Unas última palabras sobre NGC Ficción!, la nueva editorial donde ha aparecido Fragmentos de burbuja. El suyo es sencillamente un trabajo impecable y de una profesionalidad exquisita. Frente a ciertas chapuzas que, por desgracia, se han convertido en el pan nuestro de cada día en la edición española de ciencia ficción, y que incluso son disculpadas y aceptadas por cierto sector del fandom, NGC Ficción! demuestra que el tamaño de un proyecto no es excusa para según que fallos. Que las cosas se pueden hacer exactamente igual de bien o mejor que grandes monstruos de le edición nacional (y que cada uno ponga el nombre que quiera). Con semejante equipaje (profesionalidad y buen gusto) espero que NGC Ficción! se asiente como producto y triunfe. Si sigue haciendo las cosas así se lo merecerá de calle.

9 comments

  1. Por cierto, si no recuerdo mal fuimos compañeros de «Visiones» en aquel lejano 2001.

  2. En líneas generales me ha gustado mucho. Me parece que emplea muy la técnica de usar diferentes puntos de vista para narrar la historia y la verdad es que los distintos personajes tienen unas motivaciones y una forma de hablar «propia». En ese sentido funciona muy bien. El «pero» principal es que la primera parte es algo larga. Una inmersiónforzosa que dura tanto no anima a seguir con el libro para el que noesté dispuesto y hay momentos (especialmente al principio, con lo del monstruo) que son más bien repetitivos. Entiendo por qué están, pero hacen caer bastante el ritmo.
    Por lo demás, como digo, me ha encantado. La verdad es que no había leído los otros dos libros relacionados y ahora tengo ganas de más.

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